martes, 11 de noviembre de 2008

Los piojos

No era muy frecuente, pero de vez en cuando aparecía el maléfico bicho, el piojo. La solución era un buen rape de pelo generalizado y un oloroso líquido en la cabeza en la que era detectado el inquilino.
¿Y qué se hacía con los pelos? pues meterlos en un saco y quemarlos. A mi me toco la noble tarea de subir aquellas melenas a la peña y prender el mechero, creo que iba con Francés. No me acerqué mucho a los pelos no fuera a ser que algún bichito saltase. Aun recuerdo cómo chascaba la pelambrera y el olor que se producía.

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