lunes, 10 de noviembre de 2008

La meditación

Aun recuerdo aquel martirio de todas las noches, teníamos que coger la toalla antes de acostarnos e ir al baño a pegarnos el fregadito de pies. Y cómo no, Teo allí vigilando para que todos soportásemos como verdaderos valientes aquel chorro de agua helada que caía en nuestras extremidades. Nosotros nos defendíamos con la picaresca, y más que un lavado aquello era un mojadito rápido para que nuestros pies no entrasen en estado de congelación. De todas formas, uno lo recuerda con alegría porque después venía la pequeña charla con los amigos hasta que una voz seria y profunda nos decía lo de "apagar las luces y a dormir".

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