lunes, 10 de noviembre de 2008

La ducha

Y los sábados a la ducha, allí todos en fila india por la escaleras, con pijama y toalla al hombro. Una vez cerrada la puerta y con nuestra lucida piel al aire, el chorro emanaba un agua más bien fresquita que iba cogiendo poco a poco temperatura. Todos allí gritando por lo abrasador del húmedo elemento hasta que conseguías regular la llave de paso compensando el aguan fría con la caliente. Y cuando la obra de ingeniería estaba resuelta, te sonaba la voz de Téo o la de Andrés indicántote "3 minutos bambini, sólo os quedan 3 minutos". y eran los 3 minutos más divinos de todo el día, resbalando un agua calentita por todo tu cuerpo hasta que la impaciencia de los aplacables novicios cortaban los suministros. El agua cayendo heleda eran como cuchillos de corte fino, y la algarabía ante el echo era fenomenal hasta que una voz cabreada nos cortaba nuestras inicentes reivindicaciones que gritaban "Teo, un minutito más...".
Lo que no recuerdo es si no duchábamos al acostarnos o al lavantarnos, alguien me lo recordará.

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