jueves, 15 de julio de 2010

Tanti auguri!!! don Giuseppe


P. JOSÉ CANTONI: UN FILÓSOFO TRANQUILO EN LA CHOPERA

Hoy, 16 de julio, P. José Cantoni Chiesa cumple 90 años. El sólo hecho de alcanzar esta venerable edad sería, por sí solo, motivo para expresarle nuestro reconocimiento por los muchos años que permaneció en las comunidades guanelianas de Aguilar de Campoo y de Villa San José (Palencia).

Es ya una bendición de Dios que haya llegado a esta edad con una lucidez envidiable, con una buena forma física, y con una curiosidad intacta por todo cuanto acontece en nuestro mundo.

P. José permaneció en España durante dos periodos. Aterrizó en el Colegio San José de Aguilar de Campoo en 1970, para asumir durante 9 años la dirección del mismo, y volvería años más tarde a tierras españolas para hacerse cargo de la economía en Villa San José, al principio de los años 90.

Fue en Aguilar de Campoo donde le conocimos y le tratamos muchos de nosotros. Considerado desde muy joven como una de las cabezas mejor amuebladas de toda la congregación, había ejercido de profesor de filosofía de varias generaciones de religiosos guanelianos. Famoso por su rigor académico, un poco plúmbeo quizás, pero también por sus sonados despistes, que él mismo reía y contaba. Todos los despistes graciosos se le atribuían a él, como todos las memeces a los de Lepe.

Muchos alumnos, a su lado, aprendimos, sin duda cosas de no poca importancia: la responsabilidad de cada acto, la exigencia personal como una búsqueda para dar lo mejor de uno mismo, la disciplina y el sacrificio como valores sin los cuales la educación no es posible, el gusto por el saber y el aprendizaje, el amor a los libros, la curiosidad por todo. P. José se interesaba con pasión de enciclopedista lo mismo por los refranes españoles (apuntaba en cualquier papel un dicho, una expresión aprendida y la colaba como fuese en el siguiente sermón) , que por la historia de España (a los pocos meses de estar aquí, podía discutir con cualquier profesor sobre la Reconquista o sobre los Trastámara); lo mismo por las proezas de los ciclistas del Tour o del esquí alpino que por el crecimiento de los chopos (se empeñó en plantar chopos en un pedregal y nos embarcó a todos en la aventura que, contra todo pronóstico, dio buenos resultados).

P. José Cantoni podía ser un buen ejemplo de aquellos frutos señeros que consigue la armoniosa simbiosis de dos culturas, de dos formas de ver la vida, como podían ser en los años 70 la italiana y la española. Procedente de la zona de Milán, más germánico que itálico, y de los severos ambientes formativos preconciliares, con un gran sentido del trabajo, del esfuerzo pero quizás con poco espacio para la celebración y la familiaridad, supo, al llegar a España, integrar lo mejor de su bagaje con algunos valores castellanos: la sencillez, el sentido celebrativo del encuentro, o la campechanía en el trato.

Y creo que durante todo el tiempo que vivió entre nosotros, y por lo que sé, también después, ha sabido mantener esa tensión saludable entre lo viejo y lo nuevo, entre rigor y cercanía, entre severidad y calidez de trato. Su inteligencia y su lucidez, me dicen, le han hecho más abierto, más entusiasta y más arriesgado que muchos jóvenes de 30 años. Ahora, en la pequeña parroquia de Ispra (Italia), sigue enseñando catequesis, tocando el órgano, dando largos paseos, leyendo cualquier papel impreso que cae en sus manos, y conversando con acierto y con atino.

Este hombre apasionado del saber, dotado de una memoria prodigiosa y de una capacidad para penetrar en las nociones más abstractas, era también el hombre que se acercaba a los pueblos de alrededor de Aguilar para comprar unos cerdos o una ternera acompañado por el buen Teófilo (también lúcido nonagenario), era el mismo que, con una manzana en la mano y un bocadillo, iba de Ministerio en Ministerio en aquel Madrid gris, era el mismo que, arremangado y sudando la gota gorda, regaba con amoroso cuidado cada uno de los chopos…

Han pasado muchos años desde entonces y, sin embargo, lo aprendido y vivido en aquellos años aguilarenses sigue formando parte de la arquitectura espiritual del que esto escribe y de muchos de los que fueron mis compañeros: un nada despreciable equipaje para caminar por este mundo y mantener una mirada guaneliana hacia los que nos rodean.

Parte de este mérito, le corresponde a nuestro querido P. José, y a esa generación de ‘curas italianos’ que fueron profesores de latín o de matemáticas, animadores de Concursos Culturales u Olimpiadas y, lo que es más importante, maestros en la escuela de la vida.

Vaya, en nombre de tantos alumnos, mi gratitud y mi reconocimiento a la señera figura de P. José Cantoni.

Juan Bautista Aguado Tordable.